“Con
pan y vino se anda el camino” Pero el vino barato tiene muy mala prensa, y el
pan no es alimento para hacer grandes esfuerzos.
Los
entendidos en alimentación ahora dicen que el pan no engorda, y quieren
hacernos creer que por esa razón ha aumentado su consumo. Pero los
pobres saben que el pan es un alimento de subsistencia. La prueba está en
que en época de abundancia ni siquiera los perros lo quieren. Y mucho menos, la
gente bien alimentada que anda a dieta y enfundados en vistosos chándales
quemando calorías por las calles.
Pasaron
los buenos tiempos, y dejaron de verse mendrugos de pan tirados por las calles,
en las papeleras, en los contenedores… Y volverá a ser el rey de la casa. Y
hasta volverá a oírse eso de “pan con pan, comida de tontos” porque no habrá
nada nutritivo con lo que acompañarlo. O quizás, con suerte, mortadela,
unas gotas de aceite o pan tostado, si el tostador no se ha estropeado y además
no hay dinero para arreglarlo.
Los
más viejos, que en el pasado vivimos grandes penurias, quizás seamos
exageradamente pesimistas, o, tal vez, el recuerdo del hambre nos dejó
traumatizados y así hemos envejecidos. Ojala nuestros temores nunca se
cumplan, aunque la situación que prometen, lo que se oye y los pobres que se
ven pidiendo en la calle, hace que se vea todo más bien negro.
Aunque
el pan creemos que todavía se sigue haciendo de harina de trigo, sin embargo,
se cuece en cualquier horno y de cualquier manera, y se vende en los chinos, en
puestos de periódicos, en las gasolineras, en los bares, en fruterías e,
imaginamos que también en las panaderías. Tal vez el desprestigio de tan
popular alimento y el precio de ganga, nos permita tener esperaza y soñar que
la situación de hambre no sea tan grande en el futuro.
En
todo caso, esperemos que nunca se repita la historia de aquellas
revueltas sociales que se producían cuando el pan subía unos céntimos.