Con el mismo orgullo de una enamorada, la bestia posa junto
al hombre para la foto de recuerdo. Tal vez en aquel Rodeo donde se compran y
venden animales, sea obligada la separación. Y el campesino hasta puede que
cambie de pareja, o puede que la cambie por dinero y abandone
definitivamente el oficio de ayudante de la naturaleza para obrar el milagro de
sobrevivir de la tierra regada con su sudor, en un trabajo constante de
sol a sol. Y quizás, el hombre ya viejo y vencido, despida en este Rodeo
a los animales que durante años habían sido sus más dóciles servidores.
¿Quién sabe lo que hay en la
cabeza del hombre? ¿Quién sabe lo que pensarían esos animales si pudiesen
pensar?
El homenaje de recuerdo para el
labrador, y la nostalgia de aquellos Rodeos con tanta historia en Extremadura.