RETOQUES A LA
REALIDAD
Pues, no, no quiero hablar de las
elecciones de ayer. Yo poco puedo decir que no lo hayan dicho ya los políticos
y los medios informativos. Sólo felicitar y desear suerte a los ganadores, y a
los que no han obtenido los resultados deseados, que no se desanimen, que ya
vendrán tiempos mejores.
Dejo una entrada entre informal y
sería, un poco para romper el hielo.
En las fotos de publicidad,
campañas electorales, revistas y cosas de esas, nadie es lo que parece, es lo
que quiere el programa de retoque. Los malos y los pobres siempre salen más
feos que los buenos y los ricos. Eso de dar buena imagen es una de las cosas
que más nos quita el sueño. Y lo cierto es que por una buena cara somos capaces
hasta de sacrificar nuestra credibilidad y de engañar con un rostro, sólo
parecido al nuestro. Un mucho de maquillaje y un poco de retoque informático, y
ya parecemos más bonitos, más buenos y, sobretodo, más inteligentes.
Nunca se puede saber si lo que se
vende es un producto, un programa electoral, unas cualidades, o una cara. Y
vistas las cosas así, hemos de pensar que siempre nos están engañando. Y la
cuestión es que lo sabemos, y, en el fondo, hasta nos gusta. La guapura
transmite más confianza que la fealdad, con la que rápidamente nos ponemos en
guardia. Con más motivos si nos dejamos impresionar y pensamos que la cara es
el espejo del alma.
Desde llamativos carteles en las
calles y revistas en los kioscos, nos sonríen con blancos dientes y caras
angelicales, modelos, políticos y todo el que tiene algo que vender.
Charlatanes de papel haciendo promesas de humo, envueltas en los ilusorios
sueños de quien las recibe.
¿Cómo no comprar el producto que
te brinda una bella imagen? ¿Cómo no atender el implorante ruego del político
que te mira de frente desde una valla o una pared? ¿Cómo no creer en lo que
ves?
Todo parece verdad, y, sin
embargo, todos te engañan ya desde principio, dando una imagen de falseada
realidad y de retocada perfección,