Como
si supiésemos algo de las eléctricas, ahora pretenden que aprendamos a consumir
por hora. Que estemos pendientes de cuando la luz es más barata. Añadirle más
dificultades a la factura para entenderla. Y todo porque las eléctricas no
quieren renunciar a seguir obteniendo los más altos beneficios y el Gobierno
por querer justificar lo injustificable. Se le añaden conceptos a la factura de
forma que aunque las cifras sean más altas, dé la impresión que los más
beneficiados son los pobres, que son los que menos entienden los “conceptos”.
Ni siquiera si les cobran impuestos sobre impuestos o les cobran más de la
cuenta. Algo así como si, a pesar de tanto celo, la tarifa la hiciesen a ojo de
buen cubero. Después, dicen, que el dinero cobrado de más lo devuelven.
Imaginamos que con intereses incluidos.
Nos
ofrecen la posibilidad de negociar con las eléctricas para conseguir mejor
servicio y mejores precios. Pero si ya nos han engañado tantas veces, que nos
dan miedo las explicaciones, los papeles y estampar nuestra firma aún
conociendo el documento. Puede que nuestra desconfianza sea exagerada. Sin
embargo, hay que admitir que nuestro país esta lleno de engaños a los más
débiles. En una negociación siempre pierde quien menos dinero tiene.
La
único que tenemos claro, es que o pagas o te cortan la luz. Y no te dejan ni
una bombilla para disipar la oscuridad de la casa. Porque esos son los nefastos
tiempos de la dictadura, que no es bueno recordar ni copiar.